25 mayo 2008

La literatura como terapia de la política (XXXIV)

El fragmento de la semana pasada era de la novela de Graham Greene: El americano impasible. Un escritor de primera fila. Lo adivinó Augusta II. La primera novela que leí de él fue El poder y la gloria y voto a bríos que me enganchó. Es un autor con un lenguaje cinematográfico, la prueba es que de todas sus novelas más importantes hay películas, algunas de primera categoría como El tercer hombre, pero casi todas decentes. Otro más que merecía el Premio Nobel y que no lo consiguió, a pesar de que en 1974 estuvo a punto de llevárselo, sin embargo tocaba barrer para casa y se lo llevaron ex-aequo: Eyvind Johnson y Harry Martinson, escritores suecos “muy conocidos”. Ya sabemos que alguna vez tenían que dárselo al país anfitrión y fue el año en el que Greene era el favorito.

Y ahora vamos a esta semana, este es el trozo seleccionado:

Más peligrosas en el fondo eran las polémicas en el núcleo, el riesgo de un cisma o de una diáspora. Aunque nos sentíamos más que nunca unidos por la misión, hubo alguna noche en que se alzaron voces analíticas contagiadas de filosofía política, que en pleno trabajo se planteaban problemas morales, se preguntaban si no estaríamos entregándonos a una galería de espejos onanistas, a esculpir insensatamente una escultura barroca en un colmillo de marfil o en un grano de arroz. No era fácil darles las espaldas porque el núcleo sólo había podido cumplir la obra como un corazón o un avión cumplen la suya, ritmando una coherencia perfecta. No era fácil escuchar una crítica que nos acusaba de escapismo, que sospechaba un derroche de fuerzas desviadas de una realidad más apremiante, más necesitada de concurso en los tiempos que vivíamos.

Esto es todo. Lo suficiente. Ya saben, a acertar el jueguecito.

Salud y República

8 comentarios:

Angel Adanero dijo...

Cortázar.
Pero el título... Buffff!!! Tengo que tomar más fósforo.
Se que es un relato de un libro que tiene nombre de mujer (creo) y que contiene varios cuentos más.
Y ahora como es normal en mí, ni cuentos, ni nombre de mujer y casi ni Cortázar.

Un saludo.

Gracchus Babeuf dijo...

¡Queremos tánto a Julio!

Augusta II dijo...

Jejeje...

RGAlmazán dijo...

Buen ojo Sr. Adanero. Es D. Julio Cortázar.

Casi, casi Monsieur Babeuf. Se le ha cruzado el título del libro con un libro que le dedicaron veinte autores, cuando murió, que se titulaba así. El título del cuento es: Queremos tanto a Glenda.

Salud y República

Augusta II dijo...

Y a mí que me daba que Monsieur Babeuf estaba de vacile...

Gracchus Babeuf dijo...

Claro augusta.

RGAlmazán dijo...

Pues no cogí la broma D. Gracchus, se me vino enseguida el libro con los artículos sobre D. Julio y pensé que le había confundido.
Y veo que el equivocado fui yo por no entender cómo lo decía.

Salud y República

fritus dijo...

oh...tomo noto de la referencia y lo pongo en la lista para el futuro más o menos próximo...así como a Graham Greene lo calé de este no tenía ni idea, oiga..

Cuanto aprendo con el Rafa-Quiz, mamá.

Un abrazo