25 junio 2008

No pedí nacer

Anteayer ví en un telediario --he buscado el vídeo y no lo he encontrado--, a una mujer llamada Elpidia Esteban. Tiene sesenta años y está enferma desde hace ocho. Su enfermedad Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), es la misma que sufrió su abuela, su madre y ahora también su hermano. Esta enfermedad es irreversible y termina por dejar inmovilizada, totalmente, a la persona que la sufre.

Teme por su futuro. Un futuro cargado de pesar, de miedo. Tiene miedo a vivir. Hoy todavía se puede valer, pero poco a poco va costándole más trabajo manejar sus extremidades. Sabe que llegará un momento en el que estará totalmente inmóvil. Y eso no lo quiere vivir.

Su hija trabaja y ella no quiere ser una carga las veinticuatro horas. Ya ha tenido dos experiencias negativas con la CAM, que le ha negado el pago de un taxi para el tratamiento y la teleasistencia, porque vivía con su hija.

Lo que más me impresionó fue la entereza, la contundencia, la serenidad y el convencimiento con los que hablaba sobre su futuro: pidiendo, hoy que puede, con claridad la eutanasia activa.

“No quiero que sea lo que Dios quiera, sino lo que yo decida”

Y se me pusieron los pelos de punta cuando le oí pronunciar: “Yo no pedí nacer, al menos, que me dejen morir”.

Que así sea, Elpidia, ojalá que lo consigas.

Salud y República

10 comentarios:

Angel Adanero dijo...

Poder decidir uno sobre su vida me parece algo fundametal. ¿Quién va a decidir por Elpidia? ¿Un sacerdote que forme parte de un comité ético de un hospital público?

Un saludo.

Antonio Flórez dijo...

Aquí estarán los malos hijos de su madre de los consejeros de Esperanza Aguirre, y la propia Esperanza Aguirre, velando porque continúe presente la tradición cristiana del sufrimiento por el sufrimiento, como pretendido acto de humildad ante su dios. Pero siempre para unos pocos, no para todos. Ellos sí buscarán, cuando les llegue el momento, la forma de no llegar a estos extremos.

Blanca dijo...

El derecho a decidir sobre la propia vida, lo considero uno de los fundamentales de la persona.

Comparto totalmente las palabras de Elpidia: ninguno de nosotros ha pedido nacer. Que nadie decida por nosotros cuándo queremos morir

m.eugènia creus-piqué dijo...

Mal lo veo,ella no ha pedido nacer pero lo ha hecho y en un país donde el estrechamiento de miras es colosal, donde hacer sufrir y rabiar hasta la muerte es voluntad de Dios y así se hace, mal vamos con estos políticos que tenemos y tendremos, porque si la cosa está a dos bandas y ahora tenemos la mejor, imaaginate cuando nos toquen los otros, aquí no decide nadie hasta dentro d 200 años !

María a rayas dijo...

qué duro!!
a mi lo que me alucina en general de estas situaciones es la poca empatía de los gobernantes, que no pueden ni por un momento ponerse en el lugar de esa persona, comprender su sufrimiento, su sentimiento de dolor,su deseo de decidir por si misma...

el debate tiene que abrirse y se abrirá porque cada vez hay una opinión más unánime al respecto, y porque cada vez alargamos más de una manera artificial la vida...

yo espero que sí...aunque seguro que como casi todo, llegará tarde...

rosamari dijo...

Que manía tiene el personal de salvar tu alma, cuando ésta es asunto tuyo exclusivamente.

Freia dijo...

Se puede decir más alto pero no más claro. Es un derecho fundamental decidir si se quiere morir o no y debe estar salvaguardado por una ley que garantice que ese derecho sea atendido y sea realizado bien; sin dolor y sin sufrimiento. Lo demás son gaitas e hipocresías.
¡Oh cielo! ¿Por qué siempre me toca la palabra más larga para verificar: xbgbqsxo.
Un besazo a toda la family; la suya, no la original.

Naveganterojo dijo...

Mi total apoyo a esta señora,ella es la unica que puede decidir como quiere morir,los motivos sobran y las explicaciones tambien.
Lo unico que importa es su decision y es este pais tendremos que empezar a mover hilos para que la eutanasia sea muy pronto legalizada.
Salud y republica

Anónimo dijo...

¿La eutanasia? Una solución anticuada


En estos momentos en los que el PSOE ha relanzado el debate sobre el aborto y la eutanasia y pretende que sean aprobados en su próximo congreso me parece interesante considerar el siguiente escrito.

Hace unos meses leí un artículo que la profesora de filosofía, Corine Pellucnon, publicaba en "Le Monde", en el articulo examinaba los argumentos a favor de legalizar la eutanasia y descubría en el fondo de ellos una idea insostenible de autonomía individual.
La autora que comento, recordaba que hoy la ley ofrece "soluciones concretas al miedo a morir en condiciones degradantes y con sufrimiento". Se refiere a la ley sobre el fin de la vida aprobada en Francia hace tres años, que permite al enfermo rehusar tratamientos desproporcionados y fomenta los cuidados paliativos.

Entonces, ¿qué motivo hay para legalizar la eutanasia? "¿Se puede admitir que la sociedad asigne a los médicos el cometido de matar a un paciente y que la administración de la muerte esté prevista por ley?".

Eso, señalaba Pelluchon, trastornaría la misión de los médicos. "No sólo el acto de matar es incompatible con el deber de no hacer daño: además, el hecho de asociarlo a la atención médica minaría la confianza de las familias en los encargados de cuidar a sus enfermos".

La eutanasia legalizada afectaría también a la consideración social de los enfermos. "¿Cómo se puede conciliar los esfuerzos que se hacen para integrar a quienes la enfermedad, la edad o la diferencia excluyen de la vida social, y una reivindicación que viene a decir que la solución al sufrimiento es la muerte?".

En el caso concreto del suicidio asistido, "legalizarlo implicaría el reconocimiento, por parte de la sociedad, de que el suicidio es una salida legitima y natural al sufrimiento. Esta trivialización del suicidio va en contra del coraje y de los valores de solidaridad que nos inculcan en la escuela y en el seno de la familia".

Pero el núcleo de la cuestión está en el modo de entender la autonomía, como muestra más claramente el caso de la eutanasia voluntaria. "¿Equivale la autonomía al derecho de hacer lo que queramos a cualquier precio, o sea obligando a los médicos y a la sociedad a otorgar reconocimiento a un acto contrario a sus valores? (...) Tal interpretación no es fiel a los derechos humanos".

En cambio, los contrarios a la eutanasia "sostienen que la preocupación por el bien común exige poner límites a una reivindicación individual que, si se reconociera por ley, daría paso a un derecho a la muerte incompatible con las fuentes morales de la democracia". Estos, conscientes de la función simbólica que tienen las leyes, "se niegan a convertir la justicia en un calco de meros deseos individuales".

Las leyes, concluía por tanto Pelluchon, no pueden ir sin más a remolque de los problemas que plantean las innovaciones técnicas: la referencia expresa a los valores es imprescindible para elaborar una ley sabia. Por eso, "ahora que en Holanda, pacientes y médicos se declaran más favorables a los cuidados paliativos que a la eutanasia, cabe esperar que lo que ayer se presentó como un avance, acabe siendo visto como una solución anticuada". Piensen un poco más Srs. del PSOE.

Anónimo dijo...

¿La eutanasia? Una solución anticuada


En estos momentos en los que el PSOE ha relanzado el debate sobre el aborto y la eutanasia y pretende que sean aprobados en su próximo congreso me parece interesante considerar el siguiente escrito.

Hace unos meses leí un artículo que la profesora de filosofía, Corine Pellucnon, publicaba en "Le Monde", en el articulo examinaba los argumentos a favor de legalizar la eutanasia y descubría en el fondo de ellos una idea insostenible de autonomía individual.
La autora que comento, recordaba que hoy la ley ofrece "soluciones concretas al miedo a morir en condiciones degradantes y con sufrimiento". Se refiere a la ley sobre el fin de la vida aprobada en Francia hace tres años, que permite al enfermo rehusar tratamientos desproporcionados y fomenta los cuidados paliativos.

Entonces, ¿qué motivo hay para legalizar la eutanasia? "¿Se puede admitir que la sociedad asigne a los médicos el cometido de matar a un paciente y que la administración de la muerte esté prevista por ley?".

Eso, señalaba Pelluchon, trastornaría la misión de los médicos. "No sólo el acto de matar es incompatible con el deber de no hacer daño: además, el hecho de asociarlo a la atención médica minaría la confianza de las familias en los encargados de cuidar a sus enfermos".

La eutanasia legalizada afectaría también a la consideración social de los enfermos. "¿Cómo se puede conciliar los esfuerzos que se hacen para integrar a quienes la enfermedad, la edad o la diferencia excluyen de la vida social, y una reivindicación que viene a decir que la solución al sufrimiento es la muerte?".

En el caso concreto del suicidio asistido, "legalizarlo implicaría el reconocimiento, por parte de la sociedad, de que el suicidio es una salida legitima y natural al sufrimiento. Esta trivialización del suicidio va en contra del coraje y de los valores de solidaridad que nos inculcan en la escuela y en el seno de la familia".

Pero el núcleo de la cuestión está en el modo de entender la autonomía, como muestra más claramente el caso de la eutanasia voluntaria. "¿Equivale la autonomía al derecho de hacer lo que queramos a cualquier precio, o sea obligando a los médicos y a la sociedad a otorgar reconocimiento a un acto contrario a sus valores? (...) Tal interpretación no es fiel a los derechos humanos".

En cambio, los contrarios a la eutanasia "sostienen que la preocupación por el bien común exige poner límites a una reivindicación individual que, si se reconociera por ley, daría paso a un derecho a la muerte incompatible con las fuentes morales de la democracia". Estos, conscientes de la función simbólica que tienen las leyes, "se niegan a convertir la justicia en un calco de meros deseos individuales".

Las leyes, concluía por tanto Pelluchon, no pueden ir sin más a remolque de los problemas que plantean las innovaciones técnicas: la referencia expresa a los valores es imprescindible para elaborar una ley sabia. Por eso, "ahora que en Holanda, pacientes y médicos se declaran más favorables a los cuidados paliativos que a la eutanasia, cabe esperar que lo que ayer se presentó como un avance, acabe siendo visto como una solución anticuada". Piensen un poco más Srs. del PSOE.