Este artículo aparecerá en la Revista Zarabanda del mes de septiembre.
He elegido a un maestro del libro Maestros de la República de María Antonia Iglesias. Podía haber sido cualquier otro. Todos fueron y son héroes. Su vida ejemplar ha demostrado que su asesinato acabó con su vida, no con sus ideas. Sabemos que los maestros fueron el motor más activo de la transformación que supuso la Segunda República y que no pudo culminarse por la rebelión militar, que acabó con un periodo de cambio e inició la etapa más vil de nuestra historia, la dictadura de Franco.
Gerardo Muñoz Muñoz fue un ejemplo de maestro republicano, culto, austero, librepensador, laico y amante de su profesión y sus alumnos. Llegó a Móstoles en 1922 para hacerse cargo del colegio. Desde entonces se destacó por su afán de ayudar a los necesitados. Consiguió que aumentase el número de niños que iban a la escuela, ayudaba, dando clases particulares, a los que lo necesitaban y llevándoles comida, dentro de sus posibilidades, a los más pobres.
Su gran pecado fue pertenecer a la FETE y ser interventor por Izquierda Republicana en las elecciones desde 1931. Ni tan siquiera perteneció al Comité Revolucionario que se formó después del golpe de Estado. Nunca se le pudo probar nada, solamente se le reconoció el delito de poder influir y hacer pensar libremente a sus alumnos.
Cuando terminó la guerra, intentó volver a Madrid, pero de allí le enviaron a un campo de concentración en Albatera (Alicante). Fue a buscarlo el hermano del cura de Móstoles, que era maestro en Madrid y había querido tener su plaza, sin poderlo conseguir, cosa que nunca pudo perdonar a Gerardo. Le trajo desde Albatera en un ataúd, lo que hacía presagiar cuál iba a ser su fin. Una vez en el pueblo, obligaron a todos los vecinos a ir a la plaza para presenciar el castigo que le infringieron. Le azotaron, le pegaron y le colgaron de una ventana con cuerdas. Todos los que se sintieron agraviados (naturalmente, se trataba de las fuerzas vivas y de gente obligada) iban pasando y le abofeteaban.
Después le trasladaron a Madrid, a la cárcel de Porlier. Allí estuvo hasta el 24 de junio de 1939 que le sacaron y, junto a otros presos, le llevaron a las tapias de la Almudena, donde fue fusilado.
El Alcalde, el cura y la guardia civil de Móstoles enviaron informes infames, mintiendo sobre su condición, sólo por el mero hecho de no ser de su cuerda, de haber defendido y haber difundido sus principios democráticos. Injurias y falsos testimonios de estas personas influyentes hicieron más fácil su final. Nunca se pudo probar nada, al contrario, todos los testimonios que se han podido obtener en libertad, hablaron siempre bien de él.
El libro de María Antonia Iglesias cuenta todos los detalles y también la vida de otros diez maestros que terminaros en circunstancias similares. Todos asesinados por el simple hecho de ser maestros y ser rojos. Sin más culpa. Con las manos limpias. El propósito del régimen, conseguido durante cuarenta años, fue acabar con el progreso y la libertad que esos maestros, ejemplos de vida democrática, habían emprendido con la República. Sabían muy bien que exterminando su simiente se volvería a la etapa de barbecho anterior, del poder absolutista de los potentados y de la Iglesia Católica, que colaboró de forma activa en el proceso.
Hoy, no podemos olvidarlos. Fueron maestros y otras gentes humildes que murieron por defender valores que tenemos y que parece que han sido fáciles de alcanzar. No podemos dejarles en la estacada. Debemos reconocerles su obra. Si no, seríamos traidores a nuestros principios.
Se habla de la llamada Ley de la Memoria Histórica. Parece que ya se había llegado a un acuerdo. Sin embargo, cuestiones políticas están impidiendo que el Gobierno la saque adelante. No nos creemos las excusas que está dando (habla de querer pactarla con CiU), que se unan todos los que quieran, la mayoría ya la tienen, lo demás es querer demorar la caza para no matar la perdiz, en esta legislatura. La derecha troglodita y la cúpula de la Iglesia Católica capaces de mantener monumentos, calles, estatuas y culto a los muertos del lado rebelde, no quieren saber nada de los otros muertos. Esos que se están encontrando en fosas abandonadas, en cunetas, en las tapias de los cementerios. Y lo triste es que esa presión reaccionaria está haciendo parar el proyecto de esa ley tan necesaria y hace que el Gobierno y el partido que lo sustenta, el PSOE, sea cómplice de tamaña injusticia, a pesar de que era una ley principal, según el Presidente Zapatero, y a pesar de que muchos socialistas de base quisieran acelerar el proceso.
Esta izquierda que está en el poder ha de entender que mucha gente, bastantes de ellos socialistas por cierto, murieron o sufrieron torturas, oprobio y discriminación por defender el orden legalmente establecido. Otros tuvieron que marcharse del país como delincuentes. Todos de forma injusta que hay que reparar. No se puede demorar más esta ley. Es una cuestión de justicia pura y dura. Y si no, no habremos cerrado la transición por mucho que se empeñen en hacernos creer lo contrario.
Gerardo Muñoz Muñoz fue un ejemplo de maestro republicano, culto, austero, librepensador, laico y amante de su profesión y sus alumnos. Llegó a Móstoles en 1922 para hacerse cargo del colegio. Desde entonces se destacó por su afán de ayudar a los necesitados. Consiguió que aumentase el número de niños que iban a la escuela, ayudaba, dando clases particulares, a los que lo necesitaban y llevándoles comida, dentro de sus posibilidades, a los más pobres.
Su gran pecado fue pertenecer a la FETE y ser interventor por Izquierda Republicana en las elecciones desde 1931. Ni tan siquiera perteneció al Comité Revolucionario que se formó después del golpe de Estado. Nunca se le pudo probar nada, solamente se le reconoció el delito de poder influir y hacer pensar libremente a sus alumnos.
Cuando terminó la guerra, intentó volver a Madrid, pero de allí le enviaron a un campo de concentración en Albatera (Alicante). Fue a buscarlo el hermano del cura de Móstoles, que era maestro en Madrid y había querido tener su plaza, sin poderlo conseguir, cosa que nunca pudo perdonar a Gerardo. Le trajo desde Albatera en un ataúd, lo que hacía presagiar cuál iba a ser su fin. Una vez en el pueblo, obligaron a todos los vecinos a ir a la plaza para presenciar el castigo que le infringieron. Le azotaron, le pegaron y le colgaron de una ventana con cuerdas. Todos los que se sintieron agraviados (naturalmente, se trataba de las fuerzas vivas y de gente obligada) iban pasando y le abofeteaban.
Después le trasladaron a Madrid, a la cárcel de Porlier. Allí estuvo hasta el 24 de junio de 1939 que le sacaron y, junto a otros presos, le llevaron a las tapias de la Almudena, donde fue fusilado.
El Alcalde, el cura y la guardia civil de Móstoles enviaron informes infames, mintiendo sobre su condición, sólo por el mero hecho de no ser de su cuerda, de haber defendido y haber difundido sus principios democráticos. Injurias y falsos testimonios de estas personas influyentes hicieron más fácil su final. Nunca se pudo probar nada, al contrario, todos los testimonios que se han podido obtener en libertad, hablaron siempre bien de él.
El libro de María Antonia Iglesias cuenta todos los detalles y también la vida de otros diez maestros que terminaros en circunstancias similares. Todos asesinados por el simple hecho de ser maestros y ser rojos. Sin más culpa. Con las manos limpias. El propósito del régimen, conseguido durante cuarenta años, fue acabar con el progreso y la libertad que esos maestros, ejemplos de vida democrática, habían emprendido con la República. Sabían muy bien que exterminando su simiente se volvería a la etapa de barbecho anterior, del poder absolutista de los potentados y de la Iglesia Católica, que colaboró de forma activa en el proceso.
Hoy, no podemos olvidarlos. Fueron maestros y otras gentes humildes que murieron por defender valores que tenemos y que parece que han sido fáciles de alcanzar. No podemos dejarles en la estacada. Debemos reconocerles su obra. Si no, seríamos traidores a nuestros principios.
Se habla de la llamada Ley de la Memoria Histórica. Parece que ya se había llegado a un acuerdo. Sin embargo, cuestiones políticas están impidiendo que el Gobierno la saque adelante. No nos creemos las excusas que está dando (habla de querer pactarla con CiU), que se unan todos los que quieran, la mayoría ya la tienen, lo demás es querer demorar la caza para no matar la perdiz, en esta legislatura. La derecha troglodita y la cúpula de la Iglesia Católica capaces de mantener monumentos, calles, estatuas y culto a los muertos del lado rebelde, no quieren saber nada de los otros muertos. Esos que se están encontrando en fosas abandonadas, en cunetas, en las tapias de los cementerios. Y lo triste es que esa presión reaccionaria está haciendo parar el proyecto de esa ley tan necesaria y hace que el Gobierno y el partido que lo sustenta, el PSOE, sea cómplice de tamaña injusticia, a pesar de que era una ley principal, según el Presidente Zapatero, y a pesar de que muchos socialistas de base quisieran acelerar el proceso.
Esta izquierda que está en el poder ha de entender que mucha gente, bastantes de ellos socialistas por cierto, murieron o sufrieron torturas, oprobio y discriminación por defender el orden legalmente establecido. Otros tuvieron que marcharse del país como delincuentes. Todos de forma injusta que hay que reparar. No se puede demorar más esta ley. Es una cuestión de justicia pura y dura. Y si no, no habremos cerrado la transición por mucho que se empeñen en hacernos creer lo contrario.
p.d. Mientras tanto, el arzobispado de Valencia, en terreno público y dos naves de una fábrica del municipio, cedidos para tal fin por la Alcaldesa Rita Barberá, está construyendo una iglesia llamada: Parroquia Santuario de los Beatos Mártires Valencianos, erigida en memoria de las víctimas franquistas donde, una vez más, se rememora a los muertos rebeldes y se ignora a los republicanos (con dinero y patrimonio de todos los contribuyentes).
Salud y República
8 comentarios:
Fantástico libro que se me ha quedado grabado. Gracias por recordarlo. Hermoso homenaje que tenemos que seguir haciendo.
Enhorabuena por el tono y el mensaje.
Es obligada la referencia a la maravillosa película La lengua de las mariposas. Me la ha recordado especialmente tu alusión a la gente que abofeteaba al maestro de Móstoles por obligación. Es el niño que, al final de la película, persigue al camión tirándole piedras y en cada piedra le dice un adiós al maestro.
Gracias por la recomendación! prometo buscarlo cuando sepa donde hay una librería en Sevilla jaja
un saludo!
Animal, efectivamente este libro es un hermoso homenaje. Ojalá que llegué el homenaje público.
Antonio, a mí, cuando lo leí, en cada historia veía esa escena. Una escena del cine español único, con una dramatismo y una sensibilidad difícil de igualar.
Gabiota, léelo si puedes. Vale la pena.
SAlud y República
Hermoso libro que deberia tener toda persona que no quiera olvidar.
Respecto a la ley de la memoria historica,estoy de acuerdo contigo en que le estan dando largas,pero tengo la esperanza de que al final salga adelante,por el bien de la salud española.
Salud
Ojalá, navegante, ojalá. Aunque me temo lo peor. Si antes del 28 de septiembre no ha entrado en el congreso no hay materialmente tiempo.
SAlud y República
Esa es la educación para la ciudadanía que llevo a cabo la curia de este país durante muchos años: la delación, el secuestro y la tortura.
Y ni así convencieron.
salud
El problema, no solo de los maestros, fue que eran demócratas, defensores de la libertad y además librepensadores. Y eso para el regimen fascista era motivo suficiente para justificar todos los atropellos que cometieron durante la guerra y la posterior dictadura.
La recuperación de la memoria historica, me temo, que va a tener un mal final, porque al PSOE le va a pesar más la utilización que el P.P. hará, que ya esta haciendo, en la campaña electoral que el hacer justicia a lo cientos de miles de asesinados y vilipendiados por la dictadura.
Al tiempo.
Salud, República y Socialismo
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