30 septiembre 2007

La literatura como terapia de la política

Hay que prepararse para la campaña electoral que se avecina, que ya nos está llegando a oleadas. Y qué mejor que tratar de encontrar momentos de relax para sobrellevar este futuro inmediato y plantarse en febrero con, al menos, una pizca de lucidez, y vivir la inevitable ansiedad de la campaña.

Mi intención es buscar defensas ante los constantes ataques de crispación que desde las filas peperas me insuflaran sin poder evitarlo. Pues bien, voy a probar una armadura que me proteja de las flechas envenenadas que sin duda llegarán procedentes del ala diestra, qué digo: extra-diestra.

He pensado en algo que ya, ante situaciones límites, he utilizado como coraza y me ha salvado de caer en el pozo del estrés. Me refiero a la literatura, en concreto la novela.


Uno de los objetivos de las bitácoras es dar a conocer los gustos de los autores y que éste a su vez conozca los de los visitantes de su casa; voy, con vuestro permiso, a jugar un poco con la literatura. Cada ocho o diez días voy a poner un fragmento conocido, o con pistas suficientes, de una novela de campanillas, que sea de mis preferidas, y si os parece bien comentáis cuál es y lo que os parece. En la entrada siguiente confirmaré de qué novela se trata y la razón de haberla elegido. Así pretendo pasar desde la política y la actualidad a la literatura. Ojalá que nos sirva de descanso del guerrero entre tanta incisiva batalla dialéctica.

Sin más, os paso el primer fragmento:

"Todo esto son necedades -se dijo, reconfortado-. No había motivo para perder la cabeza. Un trastorno físico, sencillamente. Un vaso de cerveza, un trozo de galleta, y ya está firme el espíritu, y el pensamiento se aclara, y la voluntad renace. ¡Cuánta nimiedad!"
Sin embargo, a despecho de esta amarga conclusión, estaba contento como el hombre que se ha librado de pronto de una carga espantosa, y recorrió con una mirada amistosa a las personas que le rodeaban. Pero en lo más hondo de su ser presentía que su animación, aquel resurgir de su esperanza, era algo enfermizo y ficticio. La taberna estaba casi vacía. Detrás de los dos borrachos con que se había cruzado Raskolnikof había salido un grupo de cinco personas, entre ellas una muchacha. Llevaban una armónica. Después de su marcha, el local quedó en calma y pareció más amplio.

Lo dicho nos hablamos, si queréis, en los comentarios y la próxima entrada novelesca.

Salud y República

5 comentarios:

Blanca dijo...

¿Crimen y castigo?

Freia dijo...

Rafa, has empezado con una facilita para que no nos desanimemos, ¿no?. Estoy con Blanca, Crimen y Castigo. Yo de esa novela guardo un recuerdo nefasto: la leí con 16 años (quizá demasiado pronto), durante un largo y aburridísimo verano en Alicante. Quizá más que el libro tuvo la culta la odiosa, terrible y siniestra educación religiosa recibida durante la infancia, pero
mientras la leía mi carácter neurótico asomó por primera vez. Tuve un brote de neurosis obsesiva compulsiva de cuidado: me sentía culpable absolutamente por todo y me costó más de 20 años conseguir sacudírmela (eso sí,hubo más de un psiquiatra que se pagó la hipoteca a mi costa). Así que para mí ese libro está proscrito por siempre jamás.
La idea me parece fantástica. Yo intento hacer un poco lo mismo con mis piececillas musicales, renovables cada poco.

Salud y un abrazo,

RGAlmazán dijo...

Premio para las señoras. Sí la verdad es que el nombre de Raskolnikov daba la pista definitiva.
Os confesaré que esta novela fue definitiva en mi vida (joder que solemne). La leí con quince o dieciseis años y me entusiasmó tanto que me llevó compulsivamente a empezar a leer.
Debo mucho a esta novela y por eso he empezado con ella.
Lamento Freia que te haya recordado momentos tristes, sin embargo para mí fue el acicate que necesitaba (me encanta el tipo de literatura que encierra temas psicopatológicos).

Salud y República

June Fernández dijo...

Vaya, he llegado tarde. ¿Estación nueva vida nueva? Me gusta el cambio de look y la propuesta de tomar un respiro de tanta política y conflictos de la mano de la literatura. Espero ansiosa el próximo fragmento. Besos

Vilos Cohaagen dijo...

Y qué me dice del príncipe Myshkyn? ya sé que la aristocracia no va con usted pero ¡vaya ejemplar!

Estaré atento al próximo juego.