09 enero 2007

Los hijos de Don Quijote


Este magnífico primer mundo, a pesar de los cuentos que a diario nos quieren hacer tragar, también tiene sus miserias. Los sintecho franceses han conseguido organizarse. El nombre no puede ser más apropiado: Los hijos de Don Quijote. El problema: la vivienda.


Promesas incumplidas por Chirac, en la última campaña electoral han tenido una respuesta contundente. Hoy son muchos los SDF (sin domicilio fijo) que siguiendo a los promotores del movimiento quijotesco --la familia Legrand-- duermen en tiendas de campaña en el canal de Saint Martin en París, junto a voluntarios ciudadanos que prueban cómo se vive en estas condiciones precarias.


En puertas de otras elecciones presidenciales, el asunto ha tomado fuerza y el movimiento ha conseguido que "el derecho a la vivienda" sea exigible ante la ley, al igual que "el derecho a la educación o la atención médica". Desde luego, no es la panacea, en un país con tres millones de SDF, no es posible proporcionar viviendas a todos a la vez, pero sí que es un principio, más que interesante, que el gobierno pueda ser denunciado por no facilitarles el acceso a la vivienda.


Mientras tanto, ¿qué ocurre en España? A mi modo de ver, la vivienda es el mayor fiasco de este gobierno socialista en el apartado de conquistas sociales (es verdad, que ha habido avances en otras cuestiones). ¿Qué ha hecho este gobierno y la ministra Trujillo?


  • Regalar algunas zapatillas para buscar pisos.

  • Lanzar globos-sonda como el de los pisos de treinta metros.

  • Crear un ente oficial para alquilar viviendas que no funciona.

  • Una ley del suelo que se espera y no termina de salir.

  • Regodearse de que la vivienda ya no sube dos dígitos: sólo el 9,8% en 2006.

En fin, crear un ministerio para conseguir estos objetivos no se puede calificar sino de lamentable. La ineficacia del ministerio pide la supresión del mismo. Así al menos nos ahorraríamos su presupuesto.


El tema de la vivienda es un problema y sólo se le están dando soluciones parciales desde algunas administraciones. Si el gobierno central no ha hecho nada, no esperemos que lo haga el gobierno de doña Espe, cuyo principal fin es privatizar todo, por lo tanto lo lógico es que ayude a las constructoras y sólo haya acometido la construcción de cinco mil viviendas sociales.


En el lado positivo, vemos el caso de algunos ayuntamientos que, a pesar de sus inferiores recursos, han conseguido hacer de la vivienda un objetivo prioritario, por ejemplo el de Rivas-Vaciamadrid que ha promocionado mil quinientas viviendas en la actual legislatura, lo que supone haber cubierto un veinticinco por ciento de las expectativas de los jóvenes del municipio (la misma proporción significaría que la Comunidad de Madrid debería haber construido ciento cincuenta mil viviendas). En fin, uno de los grandes problemas que, desgraciadamente, nuestros gobernantes no quieren abordar.


Sólo nos queda, como casi siempre, la lucha. A ver si creamos en España una asociación, similar a la francesa, llamada Los hijos de Sancho, y podemos hacer valer de una puñetera vez el artículo 47 de la Constitución: el derecho a la vivienda digna, aunque sea una ínsula.


Salud y República








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