Buenos días si Bush quiere

Ha hablado el dios de la tierra. Bush se ha enfrentado (perdón, quería decir ha compartido) al congreso en el debate del estado de la Unión. Prácticamente, pobre de los ingenuos que pensaban en una oposición demócrata, sin contestación. Ha hablado en el momento más bajo de popularidad y como si nada. Don Erre que erre ha insistido en los enemigos del mundo: los terroristas y en su exagerada paranoia, excusa de sus excesos criminales. En la venganza por el 11-S vale todo. Y qué decir de los demócratas. Sólo con la boca pequeña una comisión ha criticado el envío de tropas a Irak, todo esto mientras ya están allí cinco mil soldados más y en camino otros diez mil. Pues nada, sólo les ha faltado jalearle. Críticas mínimas para no empañar el status presidencial, al que ellos aspiran en breve plazo.

Me molesta enormemente hablar de un genocida. Pobre altavoz, pero altavoz al fin, que no quiero que sirva para amplificar la fama, aunque sea mala, de un matón. Es por eso, que espero que éste sea mi último comentario sobre ese individuo. Sé que hablamos del mandamás del planeta pero como no puedo evitar que lo sea –ni tan siquiera lo intentan los que podrían--, paso del tema. En todo caso hablaré sólo de los cambios que desde América nos afecten que no serán pocos, pero no volveré a mencionar al susodicho si todo sigue igual y nada se mueve. Éste es de los que creen que lo importante es que hablen de uno aunque sea mal. No me quiero prestar a su juego.

No sólo es el que más manda, es que además se lo dicen todos, con lo que se lo cree en mayor medida. Bueno hay excepciones, probablemente estridentes, pero, sin duda, claras, contundentes y valientes. Pienso en Chavez y en Morales, por ejemplo. Otro gallo nos cantara si en vez de alabanzas o denuncias soterradas desde Europa y el resto del mundo se le lanzaran críticas profundas, pero no se atreve ni Bush, perdón quería decir ni Dios.

Salud y República