Las cuentas del rey

Acaban de entrar los presupuestos generales del Estado de 2008 en el Congreso. No sé si se van a aprobar, cuántos cambios habrá que hacer y con quien cuenta el gobierno para obtener la mayoría necesaria.

Sin embargo, como quiera que el presupuesto denota las intenciones políticas del gobierno me gustaría centrarme hoy, sólo, en una partida:
-- Casa real, 8,66 millones de euros (aumento del 4,5%).

En fin, sé que no es una partida de las importantísimas, sé también que cuando se habla en euros las cuentas parecen menos hinchadas, para entendernos a lo antiguo, hablamos de aproximadamente 1440 millones de pelas. ¡Caray!, ¡Coño!, ¡Carajo!, pues no es tan poco. Claro que no es como las pensiones, cuya cuantía presupuestaria me veo en la obligación de ponerla en euros: 98.000 millones, para no llenar un renglón de pesetas. Pero también en este último caso hablamos de repartir entre diez millones de pensionistas, y, que yo sepa, en la casa real deben ser unos veinte personajes más algunos ayudantes y sirvientes. No voy a hacer la división porque ya así, a ojo de buen cubero, el resultado me parece obsceno.

Independientemente de la cantidad en valor absoluto, que me parece excesiva, me gustaría hacer dos reflexiones sobre esta partida:

1º ¿Por qué se sube la partida (un 4,5%) más del doble de la inflación?
Salvo que haya embarazos múltiples de las infantas y de Letizia --lo que por otro lado no me extrañaría viendo la facilidad que tienen a la hora de quedarse embarazadas y, sobre todo, lo poco que les cuesta mantener y educar a los hijos--, no hay motivos, al menos conocidos, que lo justifiquen. Recordemos que la inflación prevista es del 2% y esto es lo que se va a subir las pensiones (menos las mínimas, que son de miseria y subirán más) y a los funcionarios públicos. El mismo sueldo del presidente sube un 3%, también por encima de la inflación pero un punto y medio menos que el del rey.

2º ¿Dónde va el dinero del monarca? Aquí está la cuestión, a mi modo de ver, más importante. El rey gasta y suma y sigue. ¿Quién lo controla? ¿Dónde va el dinero que el rey gasta en nombre nuestro? ¿Qué hace el rey para que nos cueste esa cantidad? Bueno, esta última pregunta bastaría dejarla en ¿Qué hace el rey?, pues, salvo algunos actos oficiales como dar medallitas, premios, inaugurar actividades académicas, viajar alguna vez al extranjero, asistir a bautizos, comuniones, bodas y demás actos sociales de los suyos, esquiar, navegar, desaparecer, matar osos borrachos, cabrearse cuando le critican, preparar el discurso coñazo de Navidad y alguna cosilla más que se me habrá olvidado, no sé lo que hace. Claro, que acabo de volver a leer lo que he escrito y verdaderamente tiene que estar estresado, no tiene tiempo para otras cuestiones, incluidas las de Estado.

Y el gobierno del Partido Socialista, del que muchos de sus afiliados y votantes se declaran republicanos, como si no fuera con él, sigue la inercia de los gobiernos anteriores, subir la asignación de la casa real por encima de la inflación y no exigir que se den las oportunas cuentas al parlamento.

No es posible que los únicos gastos, que no controla el parlamento de este país, sean las cuentas reservadas (justificado por su fin) y los gastos de la casa real. Ya está bien, ni el jefe del Estado ni nadie puede estar por encima del control parlamentario cuando se trata de dinero público.

Ya me gustaría a mí preguntarle al señor Borbón en qué gasta los dineros, claro que estoy seguro que emulando al Gran Capitán me contestaría:
Entre picos, palas y azadones: mil cuatrocientos cuarenta y cuatro millones...

Salud y República