17 julio 2011

Aquel 18 de Julio, en blanco y negro

Huele a naftalina y alcanfor. Son las ocho de la mañana del 18 de julio de 1956. Es miércoles y festivo. Nos hemos levantado pronto para irnos de vacaciones al pueblo de mi abuela. Mi hermano mayor tiene diez años y mi hermana pequeña tres.

Como todos los años por estas fechas, aprovechamos el 18 de julio para irnos de veraneo. Vamos a Ledanca, un pequeño pueblo de Guadalajara, a 95 kilómetros de Madrid.

Mi madre debe llevar dos horas levantadas. Está tratando de coger agua. A partir de las nueve, normalmente ya no sube el agua al cuarto piso donde vivimos: una buhardilla en el centro de Madrid. Ella nos ha preparado los barreños de cinc con agua templada para que nos bañemos. Después, un desayuno de malta con leche y un trozo de pan, antes de ir a la estación.

El tren hacia Jadraque sale a las 10 de la mañana. Jadraque está a quince kilómetros del pueblo de mi abuela. Allí, el tío Emilio nos espera con dos mulas y un borrico para llevarnos hasta Ledanca.

Mi padre, aprovechando que es fiesta, nos acompaña hasta la estación donde nos despide. Él se queda, tiene que trabajar hasta el diez de agosto, luego irá al pueblo en bicicleta y se reunirá con nosotros hasta el final de ese mes.

Un vagón de tercera, con asientos de madera hacen de un viaje de 80 kilómetros, un periplo interminable, se te clavan los tablones en la espalda, debe hacer cerca de cuarenta grados y tarda casi tres horas en llegar. Entre medias, mil paradas. Mi madre ha preparado dos botellas con agua, que están calientes pero que mitigan la sed.

Por la ventanilla se aspira el verano. Calor, humo, segadores. Una monja que viaja con nosotros nos hace levantarnos para que recemos un padrenuestro por el caudillo y su cruzada. Hoy es el día que empezó esa liberación, hace veinte años, la fiesta más grande. Gracias a ese día, Franco le da a tu padre una paga extra, la paga del 18 de julio. Nos explica que ha sido el caudillo, el salvador de esta España que hoy vuelto a ser católica, gracias a que luchó y venció a las hordas comunistas que quisieron desgajarla. Es un poco pesada, pero habla bien. Al final, tres “viva España” terminan con el acto. Y la monja se sienta, coge su rosario y sigue rezando en silencio.

La verdad es que no entiendo mucho, ni de lo que dice, ni de lo que pasa. Estoy deseando llegar, yo sólo sé que hace un calor insoportable. Y sé también que en la estación de Jadraque me montaré en una mula con mi hermano y nos llevarán, monte a través, hasta el pueblo. Casi tres horas de camino. Antes, a eso de las tres, habremos hecho un alto en el camino, para comer algo y descansar. Pan con mantequilla o chocolate, o mortadela. Todos con sombreros de paja, aguantando el sol. Sólo cuando veo a lo lejos, la vega del pueblo empiezo a sentir lo que es el veraneo. Hemos llegado.

Hubo de pasar mucho tiempo hasta que me enteré de que aquel 18 de julio, había sido una fecha nefasta. Una fecha que hizo retroceder cincuenta años a España, que provocó centenares de miles de muertos y en la que se truncó un proyecto de democracia, libertad y convivencia.

Muchos años después, me di cuenta de que aquella monja pertenecía a la España de los vencedores. Y que mi familia no era sino una de las muchas que habían perdido la guerra. Esa guerra por la que nos habían cambiado nuestra libertad, democracia y dignidad, por una vergonzosa paga extraordinaria, y pan y chocolate.


Salud y República

16 comentarios:

Ysupais dijo...

Buena rememoranza del 18 de Julio...cuanto atraso llevávamos si, yo naci en el 47 y cuando crecia, sin saber nada de nada... y llegaba esa fecha estaban tan contenta la gente porque venia la paga del 18 de Julio.
Buenos dias y que lo pases bien.

Anónimo dijo...

Y aquellos 16 de julio, y 17 de julio... en los que se mataban cristianos, conforme a un plan preestablecido de exterminio, por el mero hecho de no querer ser borregos del marxismo.

Caminante dijo...

Lo mejor de ese 18 de julio, de 1956, tu veraneo, el pueblo, el campo y su monte.
Un abrazo: PAQUITA

Martine dijo...

Bendita inocencia la de los Niños, que intuyen una situación extraña, pero no saben de los sufrimientos pasados por sus Padres, me imagino a tu Mamá, Rafa, teniendo que aguantar a la arenga de esta maldita monja.. y nosotros seguir leyendo a este cobarde anónimo en pleno siglo XXI..
Besos, Rafa, muchos y rojos!

Marcos Lanza dijo...

"Malditas las guerras y los que las provocan"Julio Angita.
Y provocaron una guerra llamada civil,"La querra entre hermanos es la guerra mas incivil de las guerras"Unamuno.
Pueden pedir perdón(cada cual es libre de concederlo),pero no olvido que supondría traicionar la MEMORIA y mayor genocidio de nuestra historia.
Saludos.

Felipe Medina dijo...

Siempre los llevaré en mi corazón y en mi pensamiento.Fue tan cruel que no existen palabras para describir tanta criminalidad.

Por mucho que intente el perdón creo que mi corazón no será capaz.

Un abrazo solidario

Genín dijo...

Jo, tio!
¡Que suerte!
¡Mantequilla!
Hasta que me llevaron a Venezuela no supe lo que era eso...
Nunca se me ha dado bien Julio, nunca, de verdad...
Y el 18, siempre me ha entristecido, quizá porque nunca trabajé en España por la época de esa paga, con el "fresco general que reina en toda España con tendencia a empeorar" Que publicó la Codorniz en sus tiempos...
¡Viva la libertad!
Salud

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Rafa, me has emocionado con tu relato. Tus recuerdos me han transportado a ese tren y a esos años, junto a tu familia, a esa monja entrometida y al espíritu de aquellos que -de un lado o del otro- padecieron una guerra que les marcó para siempre.
Un abrazo.

Antonio Rodriguez dijo...

No puede haber olvido. Sin memoria todos/as los/as represaliados/as perderán lo único que les queda su historia. Por eso el día de mañama solo debe servir para defender la memoria de todas las personas que lucharon y dieron su libertad e incluso su vida en defensa de la legalidad republicana.
Salud, República y Socialismo

mariajesusparadela dijo...

Cuánto tiempo nos mantuvieron en la ignorancia.

Freia dijo...

Un texto precioso, Rafa. Para mantener siempre el recuerdo. Y lleno de detalles con los que nos identificamos. De pequeños no sabíamos, pero intuíamos y captábamos perfectamente la grisura y la tristeza que nos rodeaba.

Un abrazo muy fuerte,

Gatamadrileña dijo...

Tu "monja" Rafa, me ha recordado a "mis monjas", aquellas donde en su colegio, había niñas de pago y de gratis, yo que era de estás útimas, he barrido pasillos y me he apartado escoba en mano para que pasara la fila de las ñiñas de pago, claro que con once años me debía parecer de lo más normalito.A ultimos de curso (allí no había examenes ni nada),venían "las señoras"y nos daban chocolate, como de tierra, y puede que te tocase un jersey de algo parecido a lana. No sigo porque me enciendo recordando al generalito y a todo lo que se cargó. ¡¡Mecagoen!!
Muchos besos
Carmina

Txema dijo...

Te felicito sinceramente querido amigo. Lo has bordado. Has escrito uno de los mejores textos que te he leído y ya son muchos.

Y ha sido así, porque has escrito con el corazón, con el recuerdo y, pese aquien pese, sin rencor, sin amargura, sin revanchismo.

Todo lo contrario de quien escondido en en anonimato sigue destilando odio y más odio.

¿Cómo es posible que despues de 75 años todavía se pueda hablar de los que mataban critianos?

¿Es que los moros de Franco defendían el cristianismo?

Los verdaderos cristianos estuvieron con la legalidad republicana, como lo estamos hoy con la justicia y la igualdad.

saludos

Dilaida dijo...

Rafa tu entrada me ha llegado al alma.
Yo en el 56 tenía cuatro años y no soy muy consciente de aquellos años. Recuerdo muy bien los 60 y aunque mucha gente dice que LA COSA ya había mejorado un poco... yo todavía tengo muy presente las veces que la maestra me pegaba con aquel palo de avellano, sólo porque se me escapaban palabras en gallego. Y el cura... te obligaban a confesarte y si hablabas en gallego era pecado.
Bicos

RGAlmazán dijo...

Ysupaís, nos mantenían en la ignorancia. Besos.

Paquita, pues sí. Sin duda. Un beso.

Martine, sí supongo que también se aprende a callar. Y lo del cobarde anónimo, no te preocupes, esa teoría no se la cree ni él. Bisous

Marcos, no se puede olvidar. No se debe olvidar. Sería una traición a todos los que lucharon por los valores democráticos.

Felipe, fueron unos canallas. Y lo peor es que todavía hoy hay muchos que les creen héroes.

Genín, era una mantequilla que empezaron a mandar los americanos, junto a la leche en polvo, cuando tenían previsto ya las bases aéreas. Era lo que había y no mucha.

Mónica, gracias por tus palabras. Me alegro de que te haya llegado. Un beso.

Antonio, totalmente de acuerdo.

María Jesús, así es. Nos ocultaron la verdad y la distorsionaron. Fueron unos canallas. Bicos.

Freia, así es. No sabíamos analizar lo que ocurría pero veíamos el mundo en blanco y negro, como el Nodo. Faltaba el color: La libertad. Besos.

Querida Carmina, he pretendido recordar un episodio con mi mentalidad de niño de entonces. Pero sí, hubo cosas mucho más graves. Tantas cosas...
Besos.

Gracias Txema, has sabido interpretar lo que he escrito. Esa era la intención, sin revanchismo. Lo que yo veía.

Dilaida, a mí también me han abofeteado y dado con la regla más de un profesor falangista o el cura de religión y llamado hijo de rojo, entre otras cosas. Bicos.

Salud y República

Ciberculturalia dijo...

Aunque tarde querido Rafa, no quiero dejar de decirte que me ha emocionado especialmente esta entrada. Un fuerte abrazo