La literatura como terapia de la política (II)

Para quien no leyó la primera entrada de esta serie, se trata de jugar un poco a la literatura para alejarnos de los duendes políticos que nos acechan y acecharán hasta marzo como mínimo. Pongo un fragmento de una novela conocida y que tiene un significado especial para mí. El que quiera y lo sepa, puede decir de cuál se trata.

El fragmento de la semana pasada era de Crimen y Castigo de Dovstoiesky. Como muy bien adivinó Blanca y confirmó Freia. Una novela con la que empecé a aficionarme a la lectura. Tenía dieciséis años y me enamoré de la lectura. Todavía no se por qué. La novela es magnífica, una obra maestra pero después la he releído dos o tres veces más y tampoco encuentro que sea una novela para hacer afición. En fin, supongo que una novela no es algo muerto y se mueve en un contexto y no se puede controlar tampoco las emociones del lector. Demasiados factores no controlables. Es así y punto. Lo que sí sé es que me estimuló y decididamente me hizo lector.

Aquí os dejo el fragmento de la segunda novela:

Terminó después del toque de queda. Cuando iba a apagar la lámpara cayó en la cuenta de que su mujer estaba despierta.

—¿Tienes todavía aquel recorte?

La mujer pensó.

—Sí. Debe estar con los otros papeles.

Salió del mosquitero y extrajo del armario un cofre de madera con un paquete de cartas ordenadas por las fechas y aseguradas con una cinta elástica. Localizó un anuncio de una agencia de abogados que se comprometía a una gestión activa de las pensiones de guerra.

—Desde que estoy con el tema de que cambies de abogado ya hubiéramos tenido tiempo hasta de gastarnos la plata —dijo la mujer, entregando a su marido el recorte del periódico—. Nada sacamos con que nos la metan en el cajón como a los indios.

Salud y República