Ayer Italia ha vuelto a demostrar que es diferente. En Italia se encuentra, sin duda, el cielo y el infierno, el sol y la luna, el blanco y el negro. En Italia se convive con los extremos siempre. El Norte y el Sur, el rico y el pobre, Europa y Sicilia. El fascismo y el comunismo. Italia es odio y amor. Italia es pura contradicción.
Pues bien, los italianos se jugaban mucho. Sin solucionar la crisis política que se arrastra desde los ochenta, se trataba de eligir en la izquierda, al líder que ha de presidir el partido más importante, el que se forma de la unión del Partido Demócratas de Izquierdas (herederos de la mayoría del antiguo Partido Comunista) y del Partido Democracia y Libertad (de tradición democristiana).
El objetivo puesto por los organizadores era llegar a un mínimo de un millón de votos. El hecho de que ayer, casi tres millones y medio de habitantes, fueran a votar a unas primarias para elegir un líder del nuevo partido que se crea en la izquierda (la coalición “El Olivo”) –en un país que se dice desencantado y que monta campañas como la del “Vaffanculo” contra los políticos, con gran éxito— no deja de ser otro exceso del país transalpino.
Walter Veltroni, alcalde de Roma, ha ganado aplastando, un 76% de los votos. Le han votado, voluntariamente, más de dos millones y medio de ciudadanos. Recordemos, en unas elecciones de un partido y dónde al votar se debía pagar un euro. No se me ocurre otro adjetivo: Inaudito.
Este país no deja de darnos sorpresas. ¿Servirá este nuevo Partido Democrático para renovar la política practicada en este país? Recordemos que siguen en el poder, políticos con más de treinta años de ejercicio, que en las últimas elecciones se ha bajado del 60% en participación (los índices de participación en Italia hasta los años noventa eran del 80%). No olvidemos que el desgaste sufrido por los partidos políticos, los sindicatos y otras instituciones, otrora las más fuertes de Europa, es total.
No voy a entrar en la valoración política del partido nuevo. Ya habrá tiempo. Me interesa en este momento el hecho en sí. Un país que se cotiza a la baja, en plena crisis profunda, encuentra una salida original que no sabemos si funcionará, pero que demuestra su creatividad, esa creatividad que le ha hecho mantenerse en la élite, a pesar de esa dificultad que tienen al anteponer su carácter ácrata e individual al bien colectivo.
Italia es mucha Italia. Yo, que la profeso una gran pasión, le deseo lo mejor.
Salud y República
Pues bien, los italianos se jugaban mucho. Sin solucionar la crisis política que se arrastra desde los ochenta, se trataba de eligir en la izquierda, al líder que ha de presidir el partido más importante, el que se forma de la unión del Partido Demócratas de Izquierdas (herederos de la mayoría del antiguo Partido Comunista) y del Partido Democracia y Libertad (de tradición democristiana).
El objetivo puesto por los organizadores era llegar a un mínimo de un millón de votos. El hecho de que ayer, casi tres millones y medio de habitantes, fueran a votar a unas primarias para elegir un líder del nuevo partido que se crea en la izquierda (la coalición “El Olivo”) –en un país que se dice desencantado y que monta campañas como la del “Vaffanculo” contra los políticos, con gran éxito— no deja de ser otro exceso del país transalpino.
Walter Veltroni, alcalde de Roma, ha ganado aplastando, un 76% de los votos. Le han votado, voluntariamente, más de dos millones y medio de ciudadanos. Recordemos, en unas elecciones de un partido y dónde al votar se debía pagar un euro. No se me ocurre otro adjetivo: Inaudito.
Este país no deja de darnos sorpresas. ¿Servirá este nuevo Partido Democrático para renovar la política practicada en este país? Recordemos que siguen en el poder, políticos con más de treinta años de ejercicio, que en las últimas elecciones se ha bajado del 60% en participación (los índices de participación en Italia hasta los años noventa eran del 80%). No olvidemos que el desgaste sufrido por los partidos políticos, los sindicatos y otras instituciones, otrora las más fuertes de Europa, es total.
No voy a entrar en la valoración política del partido nuevo. Ya habrá tiempo. Me interesa en este momento el hecho en sí. Un país que se cotiza a la baja, en plena crisis profunda, encuentra una salida original que no sabemos si funcionará, pero que demuestra su creatividad, esa creatividad que le ha hecho mantenerse en la élite, a pesar de esa dificultad que tienen al anteponer su carácter ácrata e individual al bien colectivo.
Italia es mucha Italia. Yo, que la profeso una gran pasión, le deseo lo mejor.
Salud y República
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