Y Bambi se hizo león

Todavía está en pié el debate sobre el Estado de la Nación. Quedan por participar cuatro grupos parlamentarios. Sin embargo, el enfrentamiento estelar, el combate del siglo ya se ha celebrado. Los contenidos han sido los esperados. Zapatero hizo un primer análisis general preparando las próximas elecciones, con caramelo incluido (cheque bebé), y después Rajoy contestó, principalmente, atacando la política antiterrorista.

Si me interesaría destacar cuestiones que siendo de forma, determinan el meollo de la cuestión. Mi primera impresión es que Rajoy no tiene nada más que un discurso, el del terrorismo. Pues, a pesar de enunciar ciertas cuestiones (seguramente a su entender, poco relevantes) económicas o sobre infraestructuras, vivienda o seguridad, en su primera intervención, no volvió a mencionarlas en sus comparecencias sucesivas. El motivo podría ser que no fue capaz de rebatir los argumentos del presidente o, simplemente, (esto es lo que yo creo) sólo le interesa el terrorismo de ETA, dónde cree haber encontrado una filón de votos guiado por esa paranoia pepera de la que está imbuido.
El reproche esencial hecho a Zapatero es: mentiras en el proceso de paz y traición a su partido y al “pueblo español” (sería interesante hacer un análisis psicoanalítico a ciertos políticos –sobre todo del PP, pero no sólo— que se les llena la boca al hablar en nombre de todo el pueblo, en el caso del PP ya sabemos, por lo único que cuenta, las elecciones, que habla en nombre de menos del 40%).
Hubo cosas relevantes, por ejemplo, el PP decide cambiar las normas de juego y acusa sin pruebas y, lo que es más grave, pide al acusado Sr. Zapatero, que presente pruebas de su inocencia. Así lo hizo al solicitar las actas de las reuniones con ETA, saltándose sin ningún pudor la presunción de inocencia y dando crédito a los medios que utiliza la banda terrorista. Además, independientemente de la inconveniencia y la felonía de utilizar el terrorismo como arma política, hay que tener mala baba o ser imbécil para pedir las actas de reuniones como esas, como si le estuviera pidiendo prestado un libro o un disco. En fin un deshecho de virtudes.

Otra cuestión a resaltar del discurso de Rajoy fue que volvió a presumir de tener la potestad de expender carnés de Presidente de Gobierno por encima de los votos de los ciudadanos. Así le pidió que no siguiera de presidente porque no reunía las condiciones y sin embargo le dijo cuál podía ser su puesto: subsecretario.

Pero hubo una situación diferente con respecto a otras ocasiones, Zapatero no puso la otra mejilla y contestó a preguntas duras con respuestas muy duras. Por primera vez, de forma categórica, el presidente fue capaz de replicar con contundencia, y le puso en su sitio.

Sin embargo, no me gustó lo del cheque-bebé (electoralismo puro), ni el evitar contestar a la referencia obscena a la ley de la Memoria Histórica que hizo Rajoy, ni la omisión del tema de la seguridad en el trabajo (van más de quinientos muertos ya, este año, en accidentes laborales), ni la defensa que hizo (a mi modo de ver, indefendible) de la política de vivienda, ni la falta de distribución de esa riqueza producida por los magníficos datos macroeconómicos. Pero de todo esto, será mejor hablar cuando haya terminado el debate y se aprueben o no resoluciones que se presentarán.

Hoy nos quedamos en el primer cuerpo a cuerpo. En el combate con Rajoy, Zapatero estuvo bien, contundente, desenmascarándole, devolviéndole las impertinencias. Por primera vez, de forma rotunda, el Presidente ha plantado cara a esta derecha montaraz, ha pasado de ser Bambi a Rey León. Ya era hora.

Salud y República