La he leído en más de una ocasión y volveré a hacerlo. La primera vez, no lo recuerdo bien cuándo fue, sin embargo, sí que me acuerdo de que me dejó un poso que no puedo olvidar.
Y ahora va el fragmento de esta semana:
“La pandilla de pequeños vagabundos, con los sacos de capucha y cañas en la mano, asaltaba ahora unos cerezos en el fondo del valle. Trabajaban con método, despojando rama tras rama, cuando en la cima del árbol más alto, encaramado con las piernas cruzadas, cortando con dos dedos los rabos de las cerezas y metiéndolas en el tricornio posado en las rodillas, ¿a quién vieron? ¡Al chico de las polainas!
--¡Eh! ¿De dónde sales?—le preguntaron, arrogantes.
Pero estaban a disgusto porque mismamente parecía que había llegado volando.
Mi hermano cogía ahora una a una las cerezas de tricornio y se las llevaba a la boca como si fueran peladillas. Después escupía los huesos de un resoplido, cuidando de que no le mancharan el chaleco.”
Pues nada, que lo acierten bien y hasta la próxima semana.
Salud y República
5 comentarios:
¿El barón rampante?
Extraordinaria novela, que refleja a la perfección el ambiente provinciano de Vetusta-Oviedo en el siglo XIX... que tampoco difiere tanto del actual... Vetusta sigue siendo Vetusta...
Sí, el barón rampante, debe ser: nadie se mueve tan rápido por los árboles.
Joooopetassss, Maripuchi, qué espabilá, írala ella... ¡ Qué arte!. Esta vez he sido yo la que ha llegao tarde, bueno, bueno... Ya volveré...
Jooopetas!
Premio para Maripuchi. Casco roto y botella de lejía para la señora... Y también dos huevos duros y una mención.
Gracias por participar. Y hasta el próximo fragmento
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