Losantos, Pedro J. y el PP ¿Y ahora qué?

Hoy está terminando el juicio del atentado más importante sufrido por este país, el del 11-M. No cabían dudas, todos lo sabían, además durante el proceso si para alguien las había, se han disipado. Pues, a pesar de todo, insisten.

El PP ha ido bajando el tono a medida que se celebraba el juicio, hasta llegar a parecer que ellos no habían dudado, sólo que ciertas pruebas les confundieron. Salvo, naturalmente, Zaplana, Acebes, Del Burgo y Pujalte que todavía hace pocos días dijeron que habría que seguir investigando para saber la verdad aunque terminara el juicio.

El director de El Mundo hoy todavía en su editorial se atreve a decir que debemos estar agradecidos a su periódico por los esfuerzos de investigación que ha hecho para saber la verdad.

¿Qué decir del ínclito Losantos? Para el que o salen sus teorías inventadas adelante o todos están equivocados, incluidos los que consideraba aliados (por ejemplo el ABC o ciertos miembros del PP).

Estas tres entidades: El PP, El Mundo y la COPE han intentado sacar tajada de la llamada teoría de la conspiración, inventada por ellos. Lo peor es que lo han conseguido. El Mundo ha aumentado su tirada y número de lectores. La COPE también y el PP, en vez de bajar en las encuestas, se mantiene tirando al alza.

¿Qué está pasando? Una parte de la sociedad ha creído esa sarta de engaños repetidos hasta la saciedad. Hoy la cuestión es tan clara y tan evidente que la teoría inventada por esos personajes se ha quedado sin sustento. Sólo falta hacer lo que ellos han hecho. No puede ser que después de intentar chulear a todos, incluidos jueces, fiscales, víctimas (mi homenaje a Pilar Manjón y a su asociación que ha aguantado el tipo durante todo el proceso, incluso ha soportado a abogados de la acusación de otras asociaciones que bien parecían abogados defensores de los imputados) y ciudadanos en general, se vayan de rositas. Como quiera que les conocemos y no van a reconocer su error ni pedir perdón, tenemos la obligación moral, todos, de airear las mentiras de estos carroñeros capaces de engañar miserablemente con tal de conseguir objetivos espurios (unos vender más, otros conseguir más votos, todos hundir al gobierno). Deben pagar su farsa con su propia medicina. En la medida de nuestras posibilidades, hay que funcionar como altavoces capaces de propagar la verdad y desprestigiar a estos trileros de pacotilla.

La única verdad es que fue un atentado islamista y no de ETA. Se pongan como se pongan. Expandir nuestras voces clamando sus mentiras irresponsables, sus conspiraciones inventadas y sus intenciones fraudulentas es una contribución a la defensa de nuestra democracia. Hay que desenmascararlos para limpiar el patio. Que encima no les sea rentable.

Salud y República