11 octubre 2013

Madrid, campo de concentración

Cómo les gusta prohibir. Y eso que se llaman liberales y pretenden decir que no se debe prohibir nada. Ahí están tantos peperos que locos por la música pretenden, por ley, reducir al mínimo los derechos individuales y sociales, aplicando medidas legales restrictivas o medidas represoras.

Una nueva ordenanza (¿de convivencia?) que pretende imponer Ana Bottle, y es que la alcaldesa, derrotada y hundida por el fracaso de Madrid, como sede olímpica, pretende hacerse notar con esta ordenanza para que se olvide su famoso y cachondo “relaxing cup of café con leche”.

Y bien que se hace notar, porque es una ordenanza donde sólo falta que se prohíba caminar. Porque todo lo relativo a los peatones y sus posibles faltas está contemplado. Nada de nada a los automóviles. Todo para los viandantes.

Porque se trata de meter en un campo de concentración a los madrileños, donde se prohíbe mendigar, tocar música sin tener un "carné especial”, regar tiestos sin cuidado o contratar a prostitutas en la calle, arrojar colillas en un suelo que cada vez se limpia menos. Todo esto está penado con multas, que de acuerdo a la gravedad pueden llegar hasta los 3000 euros.

Ana Botella y mendigos Imaginemos a alguien que pedir limosna por necesidad. Pues ya saben, si le pillan le pueden echar una multa de 750 euros, que naturalmente el mendigo podrá pagar con tarjeta de crédito o a cómodos plazos, de acuerdo con su nómina.

Y el problema de la prostitución es una cuestión estética, nada de tratar de entrar a discutir la cuestión, lo importante es que no se vea, bueno que no se vea que alguien contrata una prostituta, porque, en principio, las prostitutas pueden salir a ofrecerse, sólo se castigará al cliente. Eso sí, si se trata de una mafia organizada con locales exprofeso y donde no se vea esa contratación, no pasa nada, ¡adelante!

En fin, no digo que no haya algunas de las disposiciones previstas con las que esté de acuerdo en esta ordenanza, porque algunas son de sentido común. Ahora bien, la mayoría de ellas ya estaban penadas por otras ordenanzas. Entonces, ¿por qué encasillar todas estas disposiciones en una nueva ordenanza?

Yo creo que son tres las razones:

  1. A este señora y a su querido partido (me refiero a Ana Bottle y al PP) les gusta más prohibir que a un chivo la leche. Y esta fórmula de prohibir y volver a prohibir les estimula su ego totalitario.
  2. Por otro lado, se trata de una medida recaudatoria. Está claro que las multas son desorbitadas y pretenden que con sus faltas los madrileños ayuden a pagar la deuda que tiene este Ayuntamiento. Entre otras cosas, ayudarán a pagar también los tres coches que tiene la alcaldesa, el mayordomo, el personal de confianza (254 puestos a dedo) y su sueldazo (94.703 euros), superior al del presidente del gobierno.
  3. Por último, trata de que esta medida sea capaz de hacer olvidar la gestión desastrosa de esta señora alcaldesa, donde los impuestos y las tasas han subido un 20% –a pesar de que anuncie que los va a bajar en el futuro, otra cortina de humo— y donde los servicios municipales se han deteriorado de forma alarmante. Por ejemplo, los bomberos, el S.A.M.U.R. y otros servicios cuentan con menos recursos y efectivos, y el presupuesto de limpieza ha disminuido un 20%, lo que implica mayor suciedad. Por cierto, los trabajadores de la empresa concesionaria están a punto de hacer huelga por un ERE que piensan presentarles.

Todo menos tratar de convencer, utilizar medidas preventivas, educativas y disuasorias. Eso para estos peperos sería perder el tiempo. Porque lo que les va son las medidas represivas. No se les ocurre, sin embargo, que podrían aumentar las casas de protección y de ayuda a los necesitados, donde pudieran ser atendidos, y así evitar la mendicidad en la calle, pero eso es poco importante, mucho mejor ponerles multas, que como todo el mundo sabe los mendigos están forrados de pasta.

Todo esto lo hacen los que se autodenominan liberales y sin embargo no creen en la libertad individual, les da miedo.

En fin, una alcaldesa que a los madrileños nos da vergüenza y que ha subido al poder por ser la mujer de… puesto que no ha sido elegida como tal y sólo la renuncia de Gallardón la ha colocado en el sillón. Un sillón que le viene grande y un despacho cuyas dimensiones supera al del presidente de USA en la Casa Blanca.

Mientras, los madrileños seguiremos sufriéndola, eso sí, siempre nos quedará el consuelo de ir a la Plaza Mayor y tomarnos una relaxing cup of café con leche. ¡Viva Ana Bottle!

Salud y República

2 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Ya, Rafa, ni salud, que me ponen enferma...

Genín dijo...

Lo que tienen que hacer los madrileños es echarla en cuanto puedan...
Salud