19 abril 2018

Cifuentes decide morir matando: Lleva a la fiscalía las cuentas de la Ciudad de la Justicia


¡Qué bella forma de morir! Pasará a la historia. El daño que está haciendo a su partido y a sí misma es digno de alabanza. La fosa séptica de Madrid se divide en dos bandos de ranas, y en el medio Rajoy mirando a Molina.

Sí señores, por arte de birlibirloque, “Doña Cristina me quiere gobernar” se ha sacado de la manga un órdago. Y es que no se podía esperar menos. Como buena jugadora de mus ha echado el resto.

No tengo ninguna duda, a esta presidenta le quedan los días contados, o bien la reemplaza M punto Rajoy, en un alarde de actividad inusitada, o bien cae en una moción de censura. Y lo sabe. Por eso ha actuado como lo que es, una moribunda política que se quiere llevar por delante todo lo que pille.

Se ha comentado que el asuntillo del Máster era una cuestión de fuego amigo y que lo habían destapado desde el círculo de Aguirre. Y ahora ya no me queda la menor duda. Cristina, llevando a la fiscalía la Ciudad de la Justicia busca una venganza contra su amiga Esperanza, importándola un bledo lo que ocurra con su partido, al que sólo le faltaba esta puntilla.

Un caso que toda la oposición de la CAM ha denunciado, y que se trata, según la Cámara de Cuentas, de una dilapidación de 130 millones de euros, que se han tirado a la alcantarilla (quizá a la ciénaga de las ranas de Aguirre). Millones despilfarrados en dejar un desierto como estaba, con un edificio ejemplar medio derrumbado, como ejemplo de cómo se malgasta dinero, tiempo y vergüenza en un proyecto faraónico.

Eso sí, ahora Cifuentes, después de tres años defendiendo este proyecto fantasma y tapando sus irregularidades, que son todas, ante la oposición en bloque que ya lo ha llevado a la fiscalía, ha decidido cambiar de estrategia y morir matando. ¿A qué se debe?

La cosa parece sencilla, una venganza personal que se puede llevar por delante al PP madrileño, mientras que Cifuentes muere poco a poco y Génova está a punto de apuntillarla.

Eso sí, morirá con las botas de Aguirre puestas, y en su misma ciénaga mientras que la Fiscalía, si demostrara su imparcialidad, debería, de una vez por todas, imputar a Aguirre.

Hoy las ranas de la ciénaga madrileña del PP, están divididas y viven sin vivir en sí, pues las han descabezado y ya no saben a quién seguir, si a la Aguirre del chotis desabrido o a la Cifuentes que se hace la rubia. Y así es difícil.

El descalabro parece inminente. Y qué quieren que les diga, yo estoy contento con la traición de Cifuentes, a ver si despellejándose y apuñalándose entre ellos son capaces de conseguir lo que no consigue la oposición. Irse a tomar… vientos.

Salud y República