24 junio 2017

La Sanidad que el PP nos está dejando

Y eso que dicen que la crisis ya ha pasado. Que estamos al final del túnel. ¡Menos mal! Porque si la Sanidad está como está, habría que imaginar cómo estaría si este país no hubiera superado la crisis y no creciera casi un 3% su PIB.

Los datos cantan. Por mucho que se empeñen en repetir que el crecimiento es un récord, que hemos superado la crisis, que el paro sigue disminuyendo, la verdad es que, la desigualdad sigue aumentado –Cáritas (que no me parece una ONG sospechosa ni muy crítica con el gobierno) acaba de decir que se está empobreciendo la pobreza--, y también se está debilitando nuestra Sanidad.

Cada vez más, nuestra Sanidad demuestra síntomas de debilidad alarmante. Era, sin duda, hasta hace seis años, nuestro gran activo del Estado del Bienestar. Hoy, la situación se depaupera por momentos. Basta seguir los datos oficiales que nos llegan.

A pesar de esa recuperación que tanto recuerdan los peperos, nos encontramos con situaciones muy alarmantes. Por ejemplo, las citas para el médico de familia hoy dan como media una espera entre siete y diez días. Ya me dirán cómo se atajan las enfermedades básicas, si cuando nos llega el turno ya están curadas o, si se agravan, teniendo que acudir a Urgencias.


El tiempo medio de espera para los médicos especialistas también se han alargado. Ha pasado de 58 a 72 días de 2015 a 2016. Y las listas de espera quirúrgicas han pasado de 86 a 115 días en un año. Estamos en caída picada, sin que parezca que el ejecutivo pepero demuestre ningún interés por cambiar la tendencia. Es más, parece evidente que su desprecio por la Sanidad Pública es complementario de su favoritismo hacia la Sanidad Privada, puesto que parece que la única solución que tienen en mente es que los enfermos de las listas de espera saturadas, si cuentan con medios, se pasen a clínicas privadas. Ese parece ser el remedio que tienen para hacer disminuir esas listas que empeoran cada día.

Y es que claro, hoy tenemos 9.500 trabajadores menos en la Sanidad, y sin visos de que cambie. Las inversiones van –ya verán como dirán que es demagogia--, por ejemplo, para el presupuesto de Defensa que aumenta este año un 30% con el fin de colmar de felicidad a la Sra. Cospedal.

Mientras, la ministra del Sanidad, Dolors Montserrat, de la que sólo conocemos algunas declaraciones lamentables, pasa desapercibida y perdida entre las miserias y los recortes que siguen en su departamento. Eso sí, aguantando el chaparrón y defendiendo lo indefendible. Y es que los datos son tan claros que sólo les queda la mentira y la manipulación para tapar su lamentable gestión que está empeorando nuestra Sanidad Pública a marchas forzadas. 

Por cierto, la empresa sanitaria de la familia de la ministra ha aumentado su deuda con Hacienda un 87%, otra prueba más de cómo se apoyan las empresas privadas sanitarias mientras que los medios humanos y económicos disminuyen en la Sanidad Pública. Y que no echen la culpa a las CC.AA., porque las exigencias del déficit las están obligando a estos recortes inmisericordes.

¿Cuándo pensarán algunos que es el momento idóneo para echar al PP del gobierno? No esperemos mucho, no vaya a ser que no lleguemos, y nos quedemos anclados en una de esas listas de espera que tanto gustan al PP.

Salud y República

2 comentarios:

Genín dijo...

Vale, yo encantado de echarles, seria una gran alegria, pero ¿Tu crees que se va a arreglar algo? Porque aquí en Andalucía la cosa de la sanidad y demás hasta está peor, lo digo porque de siempre han mandado los del Psoe, incluso no hace mucho con IU y esto está fatal, y de corrupción, nepotismo y demás, mejor ni te cuento, así que esperanzas, las justas para no morir de asco... :(
Salud

Emilio Manuel dijo...

Mientras que los grandes medios de difusión confirmen a los políticos de la derecha diciendo que la economía va de puta madre y la izquierda se machaque de que está hecha unos zorros -y es verdad-, aquí no hay cambio alguno. La sanidad, la educación, las pensiones, la discapacidad, etc... irá empeorando para loa del liberalismo.