18 noviembre 2016

Felipe VI al lado de la Gran Coalición

Ya no se guardan las formas. La neutralidad debería ser algo implícito en los discursos del rey, si es que pretende ser el rey de todos. Su función es ritual y simbólica, no forma parte de los tres poderes del Estado.

Ayer en su discurso en el Parlamento, agradeció a los que permitieron que Rajoy fuera
presidente, o sea a Ciudadanos y al PSOE, su decisión política. Y, además, echó la culpa del paréntesis sin gobierno a la crisis política, cuando eso ha sido el resultado, provocado por la corrupción, la desigualdad, el adelgazamiento del Estado del Bienestar. Demostrando que está, como lo estaba su padre, al lado de la Gran Coalición (antes bipartidismo).

Para empezar, es difícil de entender que quien abre una nueva legislatura democrática sea alguien que no ha sido elegido por el pueblo. Además, los reyes en nuestro país siempre han estado al lado de los poderosos, compartiendo el pastel, basta darse un paseo por nuestra historia. Y, hoy, siguen estando de su parte.

Por mucho que se diga, la Monarquía no ha sido votada. En un momento difícil, lo que hicieron en la Transición es colárnosla dentro del paquete total de la Constitución y al votar ésta positivamente, pasó un examen que no hizo.

Ayer era un momento importante para demostrar que una parte del pueblo no es monárquica. A pesar de que algunos se rasguen las vestiduras: una bandera republicana, una camiseta con “yo no voté a ningún rey”, unas escarapelas tricolores, una ausencia en un besamanos (su solo nombre me produce urticaria y me retrotrae al siglo XIX o antes) y en un desfile, son formas y síntomas de pluralidad, de hacer ver de forma clara y rotunda que la opción republicana está presente en la sociedad.

El caso del PSOE, por ejemplo, no deja de ser un caso de esquizofrenia. A título individual, la mayoría de los socialistas dicen ser republicanos y, sin embargo, defienden la monarquía y se destrozan las manos aplaudiendo, diga lo que diga, al rey.

Y es que en este país, se quiere hacer ver que ser monárquico significa ser más patriota, en absoluto. Basta ver, esos patriotas de cartón piedra que roban dinero público, o utilizan para sus propios intereses lo público, o tienen cuentas en paraísos fiscales, o cometen fraude fiscal, a qué partidos pertenecen o apoyan.

Otro caso de manifiesto patrioterismo barato fue el comportamiento de senadores del PP (incluida Rita Barberá) que ocuparon escaños en el hemiciclo cuyos titulares eran miembros de Unidos Podemos. Y es que, estos patriotas abrazafarolas se creen, sin pudor que son los dueños de este país. Ni tan siquiera la configuración de las nuevas Cortes les hace cambiar el chip. Ellos a lo suyo. A ocupar su cortijo.

No alcanzaremos una democracia plena hasta que, entre otras cuestiones, no votemos que tipo de Jefatura del Estado queremos, si República o Monarquía. Mientras tanto, la estará usurpando alguien cuyo único mérito es ser hijo de alguien que fue puesto a dedo por el dictador Franco, y que nos colaron con el truco de “es lo que hay”.

Salud y República

1 comentario:

Genín dijo...

No se porque me da a mi en la nariz que España va camino de ser de nuevo una casa de putas mal organizada... :(
Salud