12 noviembre 2021

Desvergüenza democrática en el Parlamento

 

Se ha cerrado uno de los capítulos más oscuros de nuestra democracia. Desde hoy, está abierta la puerta del escarnio, de la desvergüenza y de la ignominia en el parlamento. Los grupos que componen el gobierno, Unidas Podemos y PSOE se han puesto al servicio del PP al aprobar el nombramiento de ciertos personajes de la justicia para el Tribunal Constitucional. Con la excusa de que abre la posibilidad –ya lo veremos y de qué manera-- de renovar el CGPJ, esta izquierda timorata se ha bajado los pantalones y ha aceptado lo inaceptable.

Una mafia que ha secuestrado el parlamento y que pretende alejarlo de los principios elementales democráticos, introduciendo miembros impresentables en las instituciones del Estado, en los entes judiciales que comandan ese poder.

Y es que es insoportable el olor. La pérdida de la mínima vergüenza hace que la gran mayoría de nuestros representantes se hayan unido para socavar nuestros principios democráticos. Y así, han sido capaces de votar la miseria y la corrupción al apoyar a personajes nefastos que se benefician de esas instituciones para sus propios fines y los de su partido.

No es lícito, bajo ningún concepto, llegar al extremo que están llegando. Es verdad que no me extraña nada en el PP –que ha ganado la guerra al proponer e introducir en el Tribunal Constitucional gente impropia y nefasta, pero de su cuerda--, pues ya sabemos cómo actúa y el nivel bajo que tiene del concepto honestidad. Tampoco me extraña mucho en el PSOE, capaz de cualquier cosa por mantener, a cualquier precio, un acuerdo con el PP, para que de forma conchabada se sigan beneficiando de estos y otros nombramientos y ventajas. Sí que es preocupante y lamentablemente más grave para mí, que Unidas Podemos se haya aliado con estos dos partidos paren a obtener quién sabe qué y olvidarse de la ética, dejando una lacra que le nomina, al igual que a los otros dos, como partido oportunista y tramposo.



Hay quien dice que para gobernar hay que tragarse algún sapo. Sin duda, es verdad, pero el caso que nos ocupa es más un dinosaurio que un sapo, lo que hay que tragarse. Y digo dinosaurio no sólo por el tamaño de la tropelía, también porque representa un acto más propio del paleolítico que de la época actual.

Los que me conocen saben cuál ha sido mi trayectoria y cuánto me cuesta tomar esta decisión. Dejo de ser militante de Izquierda Unida, venía haciéndolo desde 1987, habiendo sido coordinador de este grupo cuando alcanzamos la alcaldía de Rivas, por primera vez, allá por 1991, hace treinta años. Es verdad que hoy mi actividad es mínima pero también es cierto que me cuesta tomar esta decisión porque han sido muchos años y mucho mi apego y cariño a esta formación. Sin duda, prefiero que me dé vergüenza ajena a que sea propia.

A pesar de reconocer que se han conseguido algunas cuestiones importantes en esta legislatura, siempre menos de lo que se espera, no quiero ser cómplice de este atraco a la Justicia, del que sin duda, la izquierda se lamentará cada vez que actúe el Constitucional.

En fin, quiero hacer pública mi protesta de la forma más clara y contundente que puedo, a pesar del alto precio que me impongo. Yo seguiré, mientras el cuerpo aguante, con mi ideología, eso sí, sin que nadie espere que haga trágalas de esta magnitud, por lo que creo que no puedo ni debo permanecer más, después de lo ocurrido. Lo que no quita que desee lo mejor a la izquierda, a la que, a pesar de todo, pertenezco y deseo que vuelva a la cordura.

Salud y República


4 comentarios:

Emilio Manuel dijo...

Últimamente están ocurriendo hechos en nuestra política que me temo que tendrán consecuencias graves a mas o menos corto plazo, la que escribes es una de ellas, pero tan importante o más es la expulsión como parlamentario de Alberto Rodriguez de "Unidos Podemos", hace unos días dejó de pertenecer al partido, si dejamos que el poder judicial obligue a que representantes del pueblo abandonen el parlamento, me temo que aquí va a haber un auténtico problema y me pregunto, que ¿hacernos con un diputado que no guste al poder judicial?, ¿para que votar si luego no les gusta a los jueces la persona elegida por el pueblo?, me temo que esto es incluso más grave que ese triste acuerdo para renovar el Tribunal Constitucional.

Saludos

Neogeminis Mónica Frau dijo...

En épocas de "tragasapos", bienvenidos sean los valores auténticos. Me imagino tu dolor para llevar adelante esta decisión, pero considero muy loable reivindicar las ideas más allá de la especulación pragmática y ventajera. Desconozco los pormenores, pero por aquí también atravesamos una época de carencias éticas e ideológicas. Un fuerte abrazo

RGAlmazán dijo...

Emilio José: Desde luego mi decisión no es sólo por los nombramientos del TC, aunque sea la gota de agua... Lo de Alberto Rodríguez es también muy grave. En estos momentos, el tema de la Justicia es seguramente el más sangrante, porque además, esas decisiones injustas que se toman vienen avaladas por la pasividad o el acompañamiento de la izquierda.
En fin, no creo que lo de Alberto --aún siendo grave-- sea tan serio como lo de Ansaldo, que representa un órgano que se dedica a hacer política por encima de los políticos

Emilio Manuel dijo...

Mientras que el elegido para el Constitucional, auténtico corrupto de libro, lo fue por un acuerdo de dos partidos, el caso de Alberto Rodriguez, elegido por el pueblo, fue expulsado por otro juez partidista (Manuel Marchena)con historias a sus espaldas que dejan mucho que desear, además de ser Canario como el expulsado, esto da que pensar, que recibe la ayuda de la Presidenta Meritxell Batet del PSC, esta ha temido enfrentarse a un juez no le vaya a ocurrir lo que les pasó a sus compañeros independentistas del Parlamento Catalán encarcelados por Marchena, un juez que también en su día fue cuestionada su independencia judicial. Puede ocurrir que mañana otro juez puede decidir, por "quítame allá estas pajas" expulsar a diputados que no le gusten, entonces ¡¡Viva la democracia!!