18 agosto 2018

Catalunya no quiere al rey


Es obvio. Basta ver que todas las fuerzas parlamentarias en Catalunya, salvo PP y C’s –el PSC está entre Pinto y Valdemoro, como es habitual--, se reclaman republicanas, y son más del 60% (sin contar al PSC).

Pues bien, lo lógico es pensar que si el rey va a Catalunya puede encontrar reacciones en su contra. Al igual que hay ciudadanos que a su paso gritan: “Viva el rey”. Por lo tanto debería darse una normalidad a este hecho, siempre dentro del derecho a la libertad de expresión.

Cierto es que Ada Colau dio una lección digna de elogio. Pidió que el 17-A fuera el día de las víctimas y que las actitudes de todos, sobre todo de los partidos políticos, estuvieran encaminadas a dignificar a las víctimas del atentado magnicida.

Creo que la alcaldesa tenía razón pero, sin querer enmendarle la plana, también creo que el rey o cualquier político puede ser increpado, y que tal hecho entra dentro de su cargo, por cierto bastante bien pagado. Por lo que hacer de esta crítica, razón para defender al rey como si fuera un monarca medieval, como ha hecho la derecha centralista, es propio de un fanatismo y un seguidismo de tiempos lejanos.


El rey tiene derecho a ir a Catalunya, pero la gente tiene derecho a expresar su rechazo al monarca. Esto es democracia. Los tiempos de alabar a  personajes como dioses, incluidos los reyes, es algo pasado y más cuando hay motivos para ese rechazo.

El lamentable discurso del rey el tres de octubre pasado ha provocado esta situación. De aquellos polvos, estos lodos. En una situación tan crítica como la provocada el uno de octubre, cómo es posible soltar un discurso regio incapaz de buscar un consenso.

No hay nadie que piense que el rey tendría que haberse puesto del lado de los independentistas, eso era esperable. Defender la Constitución, según está, es defenderse a sí mismo, su jefatura de Estado. Ahora bien, de eso a soltar una letanía en contra de la mitad de los catalanes, sin hacer ninguna mención al diálogo y, sobre todo, sin acordarse de centenares de heridos de dos días antes, es propio de un personaje que destila odio y que está incumpliendo su misión como Jefe del Estado, tratar de tender puentes. Él los destruyó. Podía haber defendido lo mismo y haber buscado posibles encuentros y el recuerdo de las víctimas.

El rey debería haber recordado que el asunto se empezó a quebrar cuando Rajoy y sus muchachos rompieron la baraja llevando al Tribunal Constitucional amigo, un estatuto que había aprobado el parlamento nacional, el parlament catalán y los propios catalanes en referéndum. Y no digo que no haya habido errores graves por parte de nacionalistas después, pero ponerse sólo al lado de una parte, hace que la otra le vea como un enemigo.

En fin, nada de exagerar, la defensa que hacen desde Ciudadanos y Partido Popular al rey es más religiosa que otra cosa, basada en la fe. Y perdonen ustedes este país debería ser aconfesional y creer más en la libertad de expresión. Al menos eso dice esa Constitución que tanto aman algunos.

Salud y República

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