La literatura como terapia de la política (LXVIII)

De nuevo llegamos a un domingo literario. La terapia de hace quince días se resolvió rápido, y los culpables fueron mi querida condesita y Alex, que viene dispara, acierta y recoge la presa en dos patás. El fragmento era de la novela de Ernesto Sábato: El Tune. Una gran novela corta.  Es de una intensidad extrema, es difícil decir tanto en tan poco y con esa profundidad. Novela que puede ser calificada como psicológica, introspectiva. Una joya de este autor argentino.

Y sin más, pasamos a la novela de hoy, éste es el párrafo:

¿Adónde pensáis que van?… Quiero decir las emociones que habría habido que sentir, pero no se sintieron… como el pesar por una palabra dura, el remordimiento por un delito, la turbación, el decoro, la vergüenza… Imaginad que la vergüenza es un líquido, pongamos que una bebida dulce gaseosa y pudridora de los dientes almacenada en una máquina expendedora. Empujáis el botón pertinente y un vaso hace plaf bajo un chorro de pis del líquido. ¿Cómo se empuja el botón? Está tirado. Decid una mentira, dormid con un chico blanco, naced con el sexo equivocado. Allá va la emoción burbujeante y bebéis hasta hartaros… pero ¡cuántos seres humanos se niegan a seguir esas sencillas instrucciones! Se hacen cosas vergonzosas: mentiras, vida desordenada, falta de respeto a nuestros mayores, falta de amor a la bandera nacional…

Y lo dicho, ahora es cuestión de ustedes, por cierto como quiera que todavía no tengo el don de la ubicuidad y mientras ustedes se castigan las neuronas para acertar, yo estaré cenando y tomando un heladito en la Piazza Navona de Roma –¿cómo se les queda el cuerpo?—, por tanto, les dejo con mi suplente para que sea ella, la gran Augusta, la que modere y coordine esto. Ya sé el riesgo que corro, pero es que Roma es tan bonita…

Salud y República